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viernes, 27 de enero de 2017

Entre otras cosas, la cultura cubana se ha caracterizado por

hacernos creer que la vertiginosidad es virtuosismo,
convertir el placer de la lectura en caza de citas,
impregnar de localismo toda la cinematografía,
convertir el sofisma y el eufemismo en estética,
hacernos creer que la escritura es fruto de un aprendizaje,
acudir al factor generacional como único criterio valorativo,
convertir la industria editorial en industria sanitaria,
otorgarle a la Nación un carácter estrictamente geográfico,
ostentar y sacar provecho de sus ruinas,
aplicar conceptos faraónicos a las artes escénicas,
reducir la fotografía nacional a una única imagen efectista,
crear una prensa que informa a partir de sus reticencias,
sustituir educación por adiestramiento,
atrofiar el antropomorfismo en la estatuaria,
mantener el costumbrismo como única alternativa humorística,
aplicar la necrofilia al concepto editorial,
confundir las artes plásticas con la política y viceversa,
convertir la arquitectura en arqueología,
profundizar el círculo vicioso martiano…

© Manuel Sosa

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